Siempre te advertí, con mensajes directos e indirectas que no te enamoraras de mi, no porque fuera malo enamorarse de mi, si no por mi propio miedo a quererte. Sin embargo, nadie me advirtió o me sugirió que si me enamoraba de tí podría tal vez, besar las estrellas. No hubo alguien tan valiente como para sacudirme los pensamientos y abrir mis ojos de par en par, ni siquiera yo misma. ¿Valiente? Valiente fue aquel que esperó tanto tiempo para poder dejarse sentir. Valiente él, que sabiendo lo desagradable que en ocasiones puedo llegar a ser, mantiene y acrecienta sus sentimientos hacia mí, porque él vio más allá de lo aparente, él supo esperar el momento preciso, y cuando volteé me di cuenta de que siempre estuvo allí... A mi lado. Mientras yo giraba y giraba, mientras yo bailaba en otras superficies imperfectas, que fracturaban mis tacones, te mantuviste siempre allí, con tú radiante sonrisa que ya desde antes me alegraba los días, sin yo ser dueña de esa co...
¡Bienvenidos a la página web de la escritora Anais Isquiel!