¡Hola! Aquí estoy de nuevo. Pasaron muchas cosas desde mi última publicación en marzo del 2025. Hay mucho que uno no se atreve a escribir y compartir… miles de letras por ahí escondidas, esperando convertirse en libro, en novela de televisión, cortometraje, película o en una obra de teatro.
No pensé que este blog iba a tener tantas vistas, pero aún hoy, cada vez que regreso, veo que muchas personas me leen y no sé quiénes son. Solo quiero que sepan que también los veo. Me da una gotita de esperanza y me inspira a ser un poquito más constante. A veces pienso que, si sigo alimentando mi blog Rastros de un instante escrito, ya no serán cientos de lectores, sino miles… ¡Me encantaría! Y sé que a mi madre le gustaría saberlo, y a mi abuelita —que partió este año— también la haría sentir orgullosa.
Todavía no he escrito nada sobre la partida de Ana Josefina, mi abuela, porque sigo procesándolo, mis duelos son lentos y he escrito demasiadas cosas al respecto, no todo ha sido bonito, estar ahí sin poder estar es una porquería, creo que muchos de ustedes lo entienden. También y siendo sincera, creo que ella se merece que alguien cuente su historia, porque su historia fue especial. Mi abuela siempre fue especial. Muchas cosas que hoy sé, las aprendí de ella. Por eso, el cuento de Ana se viene muy pronto.
Hace poco también falleció el hermano mayor de mis primos, y eso me dejó muy triste por ellos y en shock, con muchas ganas de abrazarlos, pero con la distancia atravesada. Sin ánimos de usar el duelo de mi familia, de mi tía y de mis primos, esta pérdida tan fuerte me ha puesto a pensar en muchas cosas.
Una de ellas es que la vida es larga y, al mismo tiempo, tan efímera. Analizo todo lo que alguna vez no hice por pensar: “Tengo todo el tiempo del mundo para hacerlo”. Y no es cierto. El cuerpo no es eterno. Quizás nosotros sí… pero lo que nos queda son las experiencias: eso a lo que sí nos atrevimos, aquel cambio, aquel viaje, aquellos besos que sí se dieron, aquel camino que sí decidimos recorrer, esas salidas nocturnas, esas prácticas constantes como ir al gimnasio, comer bien, cuidarse en general, estudiar, la búsqueda de siempre aprender cosas nuevas que jamás pensaste que ibas a saber.
Veo mi vida y digo: ¡sí! Eso quiero. Quiero momentos en los que digo que sí, en los que me atrevo; seguir saltando con valentía y sin hundirme en pensamientos que no me llevan a ningún lado; seguir recorriendo el mundo cada vez que pueda. Reírme mucho. Lo quiero todo y me lo puedo dar. ¿Por qué no? ¿Qué me detiene?
Vidas atoradas, sueños frustrados, jamás alcanzados… así nos vamos algunos. Pero si estamos aquí AHORA, ¿por qué no ir siempre por lo que verdaderamente queremos? ¿Por qué no montarnos en ese avión? ¿Por qué no lanzarnos a una nueva aventura laboral? ¿Por qué no seguir creciendo? ¿Por qué no tocar esa puerta?
A veces creo que tenemos que seguir limpiando la creencia de que “nos merecemos poco” o que “tenemos que sufrir para poder ganar una bendita recompensa”. Nada de eso es cierto, pero parece que cuesta quitarse la idea. Hay que ver más allá.
—No te quiero arrastrar—
Todos los caminos son distintos, todos creemos en cosas distintas. Si tú no crees en la magia, definitivamente no estamos en el mismo camino. Si tú no crees que vas a poder, ¿cómo esperas que pase?
Son las 4:50 p. m. en alguna parte de México y el cielo está súper gris. Mi cabeza siente que son casi las 7 de la tarde. Los truenos empiezan a sonar estruendosos. ¿Ya se nos fue el día? ¿Acaso el verano se está terminando? Estoy descansando sobre mis letras. El sonido de la ciudad me envuelve e inspira.
Hoy cumplo 10 años fuera de Venezuela, así que… ¡Viva Venezuela, que me parió! y ¡Viva México, que me adoptó como a una más!
Aprender a agradecer lo que ya se tiene y lo que se tendrá.
Mi amiga Valentina va a tocar como DJ de nuevo. Hoy la imaginé tocando en un lugar específico y tuve el placer mental de escuchar su trabajo, cómo ha crecido y cómo ha encontrado su estilo, guiada por la intuición.
Aparte: tengo que confesarlo… tengo una debilidad personal por el Deep House.
¿Será porque me trae buenos recuerdos?
Pensé que hoy sería un día perfecto para publicar, horas antes de irme a celebrar mi cumpleaños “leonino” número 10 desde que me atreví a dejar mi país para escribir algunas otras historias. Estoy bien y lo que sucede me da fuerzas para "seguirle echando pichón" —seguir esforzándome y no rendirme—.
Gracias por leerme.

Comentarios
Publicar un comentario